jueves, 30 de junio de 2011

El ejidatariado asesino y otras menudencias


(La gramática y los periodistas) “El periodista no puede —no debe— escribir de

espaldas a la gramática”. Martín Vivaldi

Por Juan Manuel López Alegría

Hace unos días, a raíz de la muerte de una mujer a manos de un representante ejidal ocurrido en Ocotlán, Oaxaca, leímos en los medios “Comisariado asesino”. Este disparate de llamar “comisariado” a un representante comunal o ejidal es usado comúnmente en nuestro estado. Lo correcto es decir: Comisario.

El comisariado es un órgano o cuerpo colegiado: “tiene la representación del ejido y es responsable de ejecutar los actos aprobados por las asambleas generales; es el órgano encargado de la ejecución de los acuerdos de la asamblea, así como de la representación y gestión administrativa del ejido. Estará constituido, según indica el artículo 32 de la Ley Agraria por un presidente, un secretario y un tesorero. Además podrá contar con un número indeterminado de secretarios auxiliares (…) Para ser miembro del comisariado ejidal se requiere, según previene el artículo 38 de la ley mencionada, ser ejidatario del núcleo de población de que se trate y estar en pleno goce de sus respectivos derechos ejidales”. (Apuntes de derecho Agrario. López Angulo y otros. UNAM).

Por lo tanto, el comisario es un miembro del comisariado (como proletario es un integrante del proletariado). El comisario es quien desempeña un cargo o una función especial por encargo o delegación de una autoridad superior; un funcionario con facultades para ejecutar órdenes. Las raíces latinas de comisario significan “confiar” o “al cuidado de”.

No se necesita ahondar en fundamentos gramaticales para explicar por qué se debe decir comisario y no comisariado a un miembro de este organismo. Expresar: “El comisariado asesino”, es como señalar: ¡“El ejidatariado asesino”!

“Accesaron al Infierno”

Con el advenimiento de la internet (neologismo para Red de Comunicación Global) y los avances tecnológicos, se están creando nuevas palabras, sin embargo, en nuestro rico idioma existen otras con el mismo significado; sólo quienes las desconocen no las usan.

Se dice que el idioma inglés mantiene una “economía verbal”; que se “verbaliza” a partir de sustantivos (por ejemplo to engineer del sustantivo engineer); en cambio en nuestra pródiga lengua los verbos y sustantivos no se “aparean”.

Cierto es que se pueden crear verbos a partir de sustantivos (en Oaxaca, la obra de Leonardo da Jandra es un ejemplo), pero sólo si se usa adecuadamente para un fin particular y si la palabra no se encuentra en diccionarios significando lo mismo.

Es muy común escuchar por radio o televisión, así como leer en nuestros diarios, que “la policía no puede accesar al lugar del accidente”. Este anglicismo deriva de to access; pero en español existe el verbo “acceder”, que se usaba correctamente antes de que llegaran las computadoras a México. Por lo que se decía: “la policía no puede acceder…”, o “la policía no tiene acceso…”. Se debe decir accedió, no accesó. “Acceder” es el verbo, y “acceso” es un sustantivo de la misma familia.

De triunfar estos neologismos bestiales (porque además se deforma una palabra española) pronto estaremos leyendo: “Se muertearon diez sicarios”, ya que el verbo morir será ignorado y de los sustantivos “muerte” y “muerto” se podrá derivar “muerter” y “muertear”, o ¿no?

En este grupo también están los “resetear” (del inglés reset: reponer o reiniciar); “salvar” (de to save: salvar, ahorrar, proteger, guardar), cuando podemos decir fácilmente “reiniciar” y “guardar”. A menos que, usando esas palabra identificadas con el Imperio, nos sintamos seres superiores, como aquél personaje del istmo que, cuando le gustaba algún manjar, exclamaba gozoso: “¡Está exquiusmi!”, porque creía que excuse me (disculpe, perdone) significaba “exquisito”.

“Reporteando al exterior del edificio”

Cada cierto tiempo, digamos cada sexenio, se ponen de moda algunas palabras; quién no recuerda cuándo surge “concertasesión”, por ejemplo. En estos tiempos leemos con frecuencia que casi se instituyó el verbo “apanicar”, en gran medida porque la prensa lo usa, así sea con comillas o cursivas, lo que mantiene su vigencia.

Últimamente en la prensa se ha puesto de moda la expresión al interior de como equivalente a dentro de, sobre todo en lo relacionado con instituciones, tales como gobiernos, partidos políticos o sindicatos.

En el Diccionario Panhispánico de Dudas de la Real Academia Española se lee: “Se desaconseja emplear al interior de, en lugar de en el interior de, cuando no está presente la idea de movimiento o dirección”.

Por lo tanto, se puede escribir: “A pesar de las detenciones, persiste la corrupción en el interior de la Cotran”.

Y cuando se emplea la idea de dirección se debe escribir: “Los amigos de Ulises fueron conducidos al interior de la penitenciaría”.

De maestros coberturados, accionados y aperturados

De la maldición de Oaxaca, es decir, del mal llamado magisterio (aunque ellos en un acto de honradez involuntaria se nombran trabajadores de la educación), no podemos esperar que aporten nada a la enseñanza (como concienciación cultural, moral y conductual) con sus “plantones” (supongo que otra aportación magistral) en sus ansias locas de poder nos han traído algunos barbarismos (por algo les dicen Los hijos de Atila), como los rutilantes verbos coberturar y accionar.

Con el primero lo que quieren decir en su supina ignorancia es cubrir; y con el segundo, cuando amenazan con que 70 mil dementes “van a accionar”, no quieren decir que van poner en marcha un mecanismo moviendo una palanca gigante, ni a gesticular (que es lo que significa accionar), sino que realizarán destrozos, “bloqueos” y pintas.

También usan “aperturar”, creado a partir de apertura; neologismo innecesario que no es otra cosa que el “acto de abrir”. “Abrir” se puede usar en cuestiones metafísicas, filosóficas o sicológicas (abrir su mente, su espíritu) o físicas (se abre una puerta), no se necesita este barbarismo, aunque lo usen los profesores.

Como no leen, cada año vemos que “presentarán al gobierno su pliego petitorio”, tal parece que se quedaron en tiempos de los reyes anteriores a la Revolución francesa, donde cualquier solicitud se entregaba en un pliego (hoja rectangular doblada por la mitad).

Y esa palabra tan poco eufónica, “petitorio”, corresponde más bien al ámbito del derecho (seguramente alguno de los profesores ingresó a esa carrera y quiso darle un barniz culto a su chantaje disfrazado de demanda). Con que dijeran documento o escrito de peticiones, era suficiente.

Miguelito y los alienados


Que Miguelito viva la fama está muy bien “…lo que está muy mal es que cambie nuestra percepción de esa persona, que la veamos, y la tratemos diferente por el hecho de que sale en un programa de televisión a nivel nacional; si antes veían a Miguelito y no lo tomaban en cuenta, ahora se quieren tomar la foto con él”.

Por Samuel Castro

Hace unos quince días Miguel Ángel Romero Severiano, mejor conocido como Miguelito estuvo en la ciudad aprovechando el espacio que le dio Televisa, siendo parte del reality show denominado "Pequeños Gigantes". Vino a esta tierra que lo vio nacer y formarse como interprete. No había venido hace un par de meses, pero ahora es diferente. Miguelito ya es visto por la población en general como una gran estrella de televisión, él vive en una colonia popular de esta ciudad; cuenta su madre que sus vecinos al enterarse de su visita estuvieron afuera de su casa hasta después de la una de la madrugada ya que lo querían saludar, de igual manera en la calle y en todos los lugares que estuvo la gente quería tomarse la foto con él. Los medios de comunicación locales también buscaban la entrevista e imágenes de Miguelito, que se sigue comportando como lo que es; un niño de 12 años. Su mamá que es la que lo acompaña en su estadía en la ciudad de México, nos contó que fueron a comprar en un centro comercial que no hay en esta ciudad todavía. Miguel llevaba en la cabeza una cachucha y lentes, aún así, una cajera lo reconoció y le dijo que si era el niño que salía en la televisión, él le respondió que no era, al mismo tiempo se acercó otra chica y aseguró que sí era el “niño cantor”. A Miguel no le quedó de otra que convivir con la gente que se acercó. Su mamá manifiesta que él responde de buena manera ya que está centrado, sabe que su voz es lo que lo tiene ahí; en éste momento, en los cuernos de la luna. Asegura que Miguelito sigue siendo el mismo niño que era antes de convertirse en estrella, y de viajar en avión, ya que por vez primera lo hizo y le dijeron que se tiene que acostumbrar. La familia de Miguelito sabe que vienen cosas mejores; resaltó la mamá que el reality show se prolongó por cuatro semanas más de lo planeado en un inicio, y que tendrá que viajar a otros países ya que televisoras de otras latitudes están interesadas en comprar a Televisa el formato de “pequeños gigantes”, más aún, Miguelito está por firmar el contrato con Televisa, cosa que no han hecho todavía, y lo analizaran con sumo cuidado. Con todo esto se confirma que la televisión es el medio de comunicación masivo más importante, por el hecho de ver cómo la gente alienada ha cambiado su percepción de Miguel Ángel Romero Severiano.

He visto fotos de comunicadores de Tuxtepec, que estudiaron comunicación, y que se tomaron la foto entusiasmados con Miguelito, que se comportan como la gente promedio. Debieron haber estudiado teorías de la comunicación, historia de la radio, de la televisión y no caer en lo que las televisoras comerciales hacen creer, pensar y actuar en la población en general. Desde que salí de la universidad he argumentado que los que estudiamos comunicación, estamos hechos de otra manera, cortados con otra tijera en éste sentido, que ya no caemos en los juegos de simulación, manipulación, de los discursos políticos ya que nosotros los analizamos y en general de las artimañas de los medios masivos de comunicación. Un maestro de la universidad, que era sociólogo nos decía que los egresados de las diferentes carreras (psicología y ciencias de la educación), iban a desempeñar mejor su papel en la sociedad que nosotros que estudiábamos comunicación; ya que ellos sabían hacía donde se dirigían, en cambio la gran mayoría que estudiaba ésta carrera no lo sabía, que las ciencias y técnicas de la comunicación era más amplio y complejo que salir a cuadro; es decir aparecer en televisión- es lo que la mayoría anhela al ingresar a esta carrera-. Sabemos que vivimos en la era de las imágenes, de las redes sociales, por eso los comunicadores debemos ser más críticos a estas situaciones, observarlas y estudiarlas, no con esto quiero decir que no podamos disfrutar de una buena película, de programas de televisión, hay muchas personas que tienen otro perfil, que estudiaron otras disciplinas, pero de igual manera se dan cuenta de toda esta manipulación, que no son alienados.

El regionalismo

Que bueno que la gente en Tuxtepec apoye a Miguelito, que los niños lo sigan, aún cuando las empresas se aprovechen y lucren con su imagen, lo que está muy mal es que cambie nuestra percepción de esa persona, que la veamos, y la tratemos diferente por el hecho de que sale en un programa de televisión a nivel nacional; si antes veían a Miguelito y no lo tomaban en cuenta, ahora se quieren tomar la foto con él. Muchas personas se molestan y preguntan el por qué cuando anuncian a Miguelito dicen, “de Oaxaca”, que deberían decir de Tuxtepec, a televisa le conviene que gente de la Costa, de la Mixteca, del Istmo… de todas las regiones del estado se inmiscuyan también con su programa, que no tendría el mismo efecto si solo recalcaran que es de Tuxtepec.

Un reality show es simple y llanamente una farsa, desde que nació éste formato en Holanda, con el nombre de “Big Brother” o el gran hermano en español, creado porque la sociedad ya estaba cansada de las novelas, de los programas de ficción, había bajado el reating, por lo que crearon éste género, donde hacen creer a la gente que ven la realidad y no ficción, engañándola, haciéndole creer que su voto cuenta para decidir quien salía y quien continuaba hasta ser el último en la casa, y siendo el ganador o ganadora.

Tele-espectadores conformistas

Según datos del canal de televisión NatGeo en un especial en el 2009 el hombre promedio ve 900 horas de televisión por año, se pasa entre 8 y 12 años en lo largo de nuestras vidas. Parece ser que estamos atrapados en un mundo virtual lleno de juegos, de redes sociales a las que tenemos que pertenecer para poder existir como gentes. ¿Quién decidió todo esto? Y de esas horas frente al televisor ¿cuantas es para observar un programa con contenido? Hay personas que tienen sistema de cable, o satelital, pero en su gran mayoría se pasa viendo el canal de las estrellas o televisión azteca, teniendo la posibilidad de muchos canales con contenidos educativos, culturales. Las primeras teorías de la comunicación en el mundo mencionaban que las masas recibían lo que les daban los medios de comunicación impávidos, como una gran jeringa que se inyectaba en la sociedad que se mantenía mirando los programas inactivos, además que ya sabían como iban a actuar las masas, como robots comprando, actuando como le indicaba el medio de comunicación, después llegaron otras investigaciones y teorías como; “usos y gratificaciones” que explicaba que la audiencia, las masas eran receptores activos, que decidían que ver, que leer dependiendo de su formación, y así siguieron otras corrientes y teorías. En México uno de los investigadores de los medios de comunicación más reconocidos; en específico de la televisión, Guillermo Orozco se preguntaba, ¿cómo hemos sido formados los mexicanos?, y después de indagar estaba la respuesta de que somos espectadores pasivos ante la televisión, que somos televidentes conformistas que no reaccionamos , y que las leyes que hacen los gobiernos están concebidas para que los medios no tengan contrapoder, y señala que para revertir esto es importante la educación, “dejar de ser conformista”. “La pretendida madurez del ser humano que permita al ser humano pensar sin tutores”, Orozco y otros críticos hablan de ir en contra de la televisión basura que hacen los medios nacionales como televisa y tv azteca, que tenemos el control remoto en la mano para decidir que ver y que no ver, de enseñarles a los niños, que si no hay nada bueno, apague el televisor y encienda un libro.

De salida

En especial, este artículo es una invitación a las nuevas generaciones de comunicadores que salen de las universidades que hay en Tuxtepec, para que lean más teorías, para que se den cuenta que salir a cuadro no lo es todo en esta vida, que estar al frente de un micrófono con lleva responsabilidad, que egresen con el reto de ayudar a la sociedad, a crear programas con contenidos, a cambiar las cosas, y no ser alienados.